Algo que Leer: Not that kind of girl. A young woman tells you what she's "learned"

divendres, 17 de juliol del 2015

Título: Not that kind of girl. A young woman tells you whats she's "learned"
Autor: Lena Dunham
Idioma original: Inglés
País: EUA
Editorial: Fourth Estate
Primera Edición: 2014
Ilustración: Joana Avillez
Número de páginas: 265 pág
Género: Autobiografía
ISBN: 9780008101268

Sinopsis:
"La aclamada creadora, productora y protagonista de la serie Girls, nos sorprende con una divertidísima, sabia y honesta colección de reflexiones personales que la convierte en una de las escritoras jóvenes con más talento del momento. En No soy ese tipo de chica Dunham habla de aquellas experiencias que hacen de nosotros lo que somos: enamorarse, sentirse solo, pesar cinco kilos de más, hablar en una sala llena de hombre que te doblan la edad, mantener a las buenas amigas, deshacerse de los novios nocivos, encontrar el amor verdadero y, por encima de todo, tener el valor de creer que tu historia merece ser contada.

Dunham cuenta sin tapujos su primera vez y cómo sus expectativas sexuales no encajaron con el acto en sí. También explora su tendencia a sentirse atraída hacia hombres que no le convienen, nos regala una profunda reflexión sobre su obsesión con la muerte e, incluso, imagina el libro que escribirá cuando tenga ochenta años y ya no le importe hablar del sexismo y la condescendencia que imperan en Hollywood."

Algo que decir:
Como tantos otros, conocí a Lena Dunham por su papel como creadora, productora y protagonista de la serie Girls, de la que soy muy fan pero que todavía no he encontrado tiempo de reseñar porque me da pereza hablar de series (y punto). A grandes trazos, Girls trata sobre cuatro chicas jóvenes que, habiendo terminado ese período incierto que se conoce como "época de estudiantes", debe afrontar la vida adulta... y de todos los impedimentos que encuentran a su paso para labrarse un futuro: cosas como pagar un alquiler, romper con tu novio, conseguir un empleo, !mantenerlo!, celebrarlo con tus amigas... y luego pelearos, claro. En definitiva: Girls habla de un grupo de chicas muy normal, en una realidad muy actual y con la cual muchos podemos identificarnos en mayor o menor medida.

Se supone que la serie está basada en cierta medida en las vivencias personales de Lena y, así mismo, I'm not that kind of girl se considera autobiográfico, de modo que algunas situaciones que se hayan podido ver en la serie pueden volver a encontrarse en el libro, vistas a través de un filtro más o menos distinto.

A Dunham se la ha criticado mucho por ser una "feminista sensacionalista"; también se ha elucubrado mucho sobre si es, o no, "ese tipo de chica", pero en lo personal diré que la encuentro una persona coherente en su discurso, valiente por decir las cosas que dice, y por cómo las dice. Me resulta complicado juzgar hasta qué punto debo tomarme enserio lo que cuenta, hasta dónde llega la realidad o empieza la ficción, pero al final eso no es lo importante, sino la lección intrínseca en las anécdotas que cuenta: cómo se enamoró de un tipo por internet, cómo trabajó en lugares absurdos, cómo se emborrachó en una fiesta y fue abusada sexualmente... uno puede llamar sensacionalista a todo eso, pero puede también sencillamente leerlo, entenderlo, y decidir que se puede aprender de esas cosas y que, tanto si esa es su intención al hacerlo como si no, pone al alcance del lector una herramienta para por lo menos tratar de evitar sus errores: A young woman tells you whats she's "learned" [Una mujer joven te cuenta lo que ha "aprendido"].

Personalmente, Lena me resulta simpática. La encuentro una chica consecuente, sin pelos en la lengua y que sabe reírse de sí misma -y no todos somos capaces de eso último. Probablemente sería una amiga francamente divertida, aunque diga esto y piense que si en persona es muy parecida a su personaje en Girls, Hannah, quizás mejor no.

Recomiendo la lectura, independientemente de si os consideráis o no feministas, de si os cae bien o mal Lena, porque es una lectura divertida, ágil, entretenida, y que en un punto u otro te sorprenderá pensando "oh, ésto yo lo he vivido".

Para hacer boca (fragmento extraído de una página al azar):
"…
Phoebe ran the store with her mother, Linda, though Linda spent most of her time in Pennsylvania or, if she was in the city, upstairs in the apartment she kept, smoking and eating popcorn from a big metal bowl. As thoughtful and conflicted as Phoebe was, her mother was so wild her hair stood on end. Phoebe handled the practicalities of the business, while Linda conceived designs so fantastical that rather than sketch them she would just wave ribbons and scraps in the air outlining a sweater or a tutu. Phoebe and Linda's fights had a tendency to turn rabid and ranged from small-business issues to the very fiber of their characters.
"All my friends were getting abortions!" she screamed. Linda often spoke about her former life in San Francisco, pre-children, a utopia of knitwear designers and early Western practitioners of yoga who supported and inspired one another. The money was good, and the sex even better.
As they fought, Isabel and I (or Joanna and I, as it was rare we all worked at once) would look at each other nervously, shrug, and then proceed to try on all the dresses we carried in a child's size 8, whose hemlines hit right below our crotches (aka just right). Another common distraction was to cover our heads in rabbit-fur barrettes ($16) or strap each other up with ribbons like some ersatz Helmut Newton photograph.
Sometimes I would find Phoebe crying by the air conditioner, head on the desk where she kept her old PC, staring at a pile of unpaid bills. The fact was the store was in trouble. The recession was in full swing and, in times of economic hardship, high-end children's clothing is the first thing to go. We felt a deep and impenetrable sadness when we watched a hip-hop mogul's credit card get declined, a sure sign of doom for Peach and the Babke -and for the world.
Every day we hoped for a big sale, and every day we watched Phoebe's brow furrow as she went over the books, and every night we took our one-hundred-dollar bill home without reservation.
..."

Y traduzco:
"...
Phoebe llevaba la tienda con su madre, Linda, aunque Linda pasaba la mayoría de su tiempo en Pennsylvania o, si estaba en la ciudad, en su apartamento en el piso superior, fumando y comiendo palomitas de un gran bol metálico. Todo lo que Phoebe tenía de reflexiva y sufridora, su madre lo tenía de salvaje. Phoebe manejaba los aspectos prácticos de la empresa, mientras que Linda concebía diseños tan fantásticos que en ligar de dibujarlos se limitaba a agitar cintas y retales en el aire contorneando un suéter o un tutú. Las discusiones de Phoebe y Linda tenían cierta tendencia a volverse rabiosas, y escalaban desde pequeñas cuestiones ligadas al negocio a la mismísima fibra de sus propios caracteres.
"Todos mis amigos abortaban!", gritaba. Linda a menudo hablaba de su vida en San Francisco, antes de ser madre, una utopía de diseñadores de prendas de punto y practicantes occidentales de yoga quienes se apoyaban e inspiraban mutuamente. El dinero estaba bien, y el sexo todavía mejor.
Mientras ellas discutían, Isabel y yo (o Joanna y yo, puesto que raramente trabajábamos las tres a la vez) nos mirábamos nerviosas la una a la otra, nos encogíamos de hombros, y procedíamos a probarnos todos los vestidos con tallaje para 8 años, cuyas líneas de bajo quedaban justo por debajo de nuestra entrepierna (es decir: correcto). Otra distracción común era taparnos la cabeza con sombreros de pelo de conejo (16$) o atarnos la una a la otra con cintas como en el sucedáneo de una fotografía de Helmut Newton.
En ocasiones encontré a Phoebe llorando junto al aire acondicionado, con la cabeza sobre el escritorio donde descansaba su viejo PC, mirando a la montaña de facturas sin pagar. Lo cierto es que la tienda no iba bien. La recesión estaba en su punto álgido y, en tiempos de crisis económica, la ropa infantil cara es lo primero en caer. Sentíamos una profunda e impenetrable tristeza al ver declinada la tarjeta de crédito de un magnate del hip-hop, claro síntoma de perdición para Peach and the Babke -y para el mundo.
Cada día esperábamos hacer una gran venta, y cada día veíamos a Phoebe fruncir el ceño al mirar los libros de cuentas, y cada noche aceptábamos nuestros cheques por valor de cien dólares sin reservas.
..."

0 comentaris:

Publica un comentari a l'entrada